Heidegger (1927), nos dice nuestra propia existencia encarna una determinada representación e interpretación del mundo. El ser es lenguaje y tiempo, y nuestro contacto con las cosas está siempre mediado por prejuicios y expectativas como consecuencia del uso del lenguaje. Cualquier respuesta a una interrogante a acerca de la realidad se halla manipulada de antemano, ya que siempre existe una precomprensión acerca de todo lo que pienso. Esta precomprensión de las cosas produce una circularidad natural en la comprensión que va de lo incomprendido a lo comprendido, y que ha sido denominado círculo hermenéutico. Éste no es exactamente un límite o un error del conocimiento, sino algo intrínseco al hombre e inevitable, pero que se constituye como una oportunidad que nos permite conocer el todo a través de las partes y viceversa, es decir, base o principio del pensamiento sistémico. En otras palabras, el ir y venir del todo a la parte, y de la parte al todo, permite abrir horizontes cada vez más amplios que, por otra parte, no quedan cerrados definitivamente, no existe la interpretación definitiva o única, en consecuencia tiende al infinito. Según Dilthey (1978), el mundo de la naturaleza y mundo del espíritu son, desde el punto de vista metodológico, mundos diferentes. El mundo del espíritu es el mundo creado por el hombre. En cambio el mundo natural no es un mundo creado por el hombre. Para Habermas (1989). “En este sentido, el sujeto cognoscente participa en la producción de sus objetos de conocimiento”. En consecuencia las situaciones en la sociedad no son comprensibles desde dentro. El método de las ciencias del espíritu o humanas debe ser, por tanto diferente del método de las ciencias de la naturaleza. En otras palabras no podemos unificar el análisis de estas dos ciencias en un mismo método. Para Gadamer (1977), la hermenéutica la contextualiza como metodología universal y forma lógica superior que precede y comprende los métodos particulares de la ciencia; para este autor “el modo de comprender humano es típicamente interpretativo, realizando la comprensión constructiva que traduce de una realidad captada”. Esta es la razón el porque que, todo conocimiento es, a su vez, interpretación que implica el reconocimiento de la realidad que se comprende. Este autor busca destacar el acontecer de la verdad y el método necesario para llegar a ese acontecer. De esta manera, dará paso al desarrollo de la filosofía del lenguaje como eje del pensamiento contemporáneo más reciente. Gadamer (op.cit), considera que el conocimiento es fundamental para la existencia humana, la persona sólo desde su propio horizonte de interpretación, que se construye constantemente, puede comprenderse y comprender su contexto. Es decir, para el hombre cada conocimiento es una constante interpretación y, ante todo, un conocimiento de sí mismo. Por tanto puedo decir que la singular forma ontológica que ofrece este autor en su hermenéutica permite comprender aún más a la persona, en su experiencia constructiva de su realidad y de su conocimiento. (Ylmer Suárez)
Referencias:
Heidegger, W. (1927). Ser y Tiempo.
Gadamer, H. (1977). Verdad y Método. Sígueme. Salamanca.
Habermas, (1989). Conocimiento e interés. Taurus.
Dilthey, W. (1978). El mundo histórico. Obras. Vol. VII.
Schuster, F. (2002). Filosofía y Métodos de las Ciencias Sociales, Manantial, Buenos Aires.
[Consultado Abril, 16-2011].